***Maria, a los pies de la cruz***
En el momento que lo vio expirar,
ella lo quiso con toda el alma abrazar,
tal como lo recibió, cuando el Redentor
nació.
Pero él estaba en lo alto de una cruz
irradiando la luz del perdón;
en su desesperación se abrazó
al madero y lloró con todo el dolor
del mundo.
Al verlos, el cielo se estremeció,
la tierra tembló y el universo,
junto a ella lloró...
María sintió que el mundo
se le vino encima.
Con infinita ternura,
beso sus pies, sus labios
se llenaron de sangre,
que era su misma sangre,
porque en su humanidad
el Cristo todo de ella tomó.
A los pies de la Cruz,
contemplo el cuerpo ya sin vida
y evocó la primera vez que lo vio
en aquel establo de Belén,
sintió sus primeras pataditas
cuando era parte de su vientre
y de su ser.
En medio de la indiferencia y aún
la burla ante su dolor,
recordó a los magos de oriente,
evocó lo profético de sus regalos,
pues su señorío se manifestaba hoy
como nunca.
En su divinidad, en su humanidad
y en su reinado, el cual apenas
había empezado...
Constató su grandeza y recordó
todo aquello, que a través de los años,
en su corazón guardo.
Oxwell L’bu copyrights 2018
En el momento que lo vio expirar,
ella lo quiso con toda el alma abrazar,
tal como lo recibió, cuando el Redentor
nació.
Pero él estaba en lo alto de una cruz
irradiando la luz del perdón;
en su desesperación se abrazó
al madero y lloró con todo el dolor
del mundo.
Al verlos, el cielo se estremeció,
la tierra tembló y el universo,
junto a ella lloró...
María sintió que el mundo
se le vino encima.
Con infinita ternura,
beso sus pies, sus labios
se llenaron de sangre,
que era su misma sangre,
porque en su humanidad
el Cristo todo de ella tomó.
A los pies de la Cruz,
contemplo el cuerpo ya sin vida
y evocó la primera vez que lo vio
en aquel establo de Belén,
sintió sus primeras pataditas
cuando era parte de su vientre
y de su ser.
En medio de la indiferencia y aún
la burla ante su dolor,
recordó a los magos de oriente,
evocó lo profético de sus regalos,
pues su señorío se manifestaba hoy
como nunca.
En su divinidad, en su humanidad
y en su reinado, el cual apenas
había empezado...
Constató su grandeza y recordó
todo aquello, que a través de los años,
en su corazón guardo.
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