Tu Visita María***
Ve me aqui, entre las tinieblas
del desaliento y soledad,
lamiéndome las heridas,
olvidado por todos.
Clamé al cielo en la desesperación
de mi enfermedad, pedí clemencia,
implore piedad...
Pero todo era silenció.
Un silencio lapidario,
como el de la sepultura,
que hoy contemplo,
desde el aposento,,
de la enfermedad.
En mi agonía, en ese sentir
el dolor en carne viva,
imploré a Dios por el
remedio definitivo a mi tormento.
Pero no respondió,
se quedó callado...
En medio de las tinieblas
un Aló de luz se habrío camino.
Presedida por un aroma a rosas,
cual mariposa, se posó en mi cama,
me miró con infinita dulzura
y su hermosura me arrebato.
En ese momento una sensación
de paz y consuelo me arrullo,
con infinita ternura, mi frente tocó
mi alma se estremeció.
Yo estoy seguro de lo que vi,
aunque los expertos aseguren,
que aquello fue un efecto colateral,
del delirium tremen.
Pues una alucinación,
no puede dejar esa paz en el corazón,
ni causar esa sanación,
para la cual los médicos,
no tienen explicación.
Porque así pasa cuando
nos visita María,
la llena de gracia nos contagia de
esa fe que va más allá de las palabras.
Y tal como sucedió con
su prima Isabel que al escuchar,
su saludo quedó llena
del Espíritu Santo.
Porque el nombre de María
es un canto, que se transforma
en alabanza que da testimonio
del Amor de Dios.
Oxwell L’bu Copyright © 2016
Ve me aqui, entre las tinieblas
del desaliento y soledad,
lamiéndome las heridas,
olvidado por todos.
Clamé al cielo en la desesperación
de mi enfermedad, pedí clemencia,
implore piedad...
Pero todo era silenció.
Un silencio lapidario,
como el de la sepultura,
que hoy contemplo,
desde el aposento,,
de la enfermedad.
En mi agonía, en ese sentir
el dolor en carne viva,
imploré a Dios por el
remedio definitivo a mi tormento.
Pero no respondió,
se quedó callado...
En medio de las tinieblas
un Aló de luz se habrío camino.
Presedida por un aroma a rosas,
cual mariposa, se posó en mi cama,
me miró con infinita dulzura
y su hermosura me arrebato.
En ese momento una sensación
de paz y consuelo me arrullo,
con infinita ternura, mi frente tocó
mi alma se estremeció.
Yo estoy seguro de lo que vi,
aunque los expertos aseguren,
que aquello fue un efecto colateral,
del delirium tremen.
Pues una alucinación,
no puede dejar esa paz en el corazón,
ni causar esa sanación,
para la cual los médicos,
no tienen explicación.
Porque así pasa cuando
nos visita María,
la llena de gracia nos contagia de
esa fe que va más allá de las palabras.
Y tal como sucedió con
su prima Isabel que al escuchar,
su saludo quedó llena
del Espíritu Santo.
Porque el nombre de María
es un canto, que se transforma
en alabanza que da testimonio
del Amor de Dios.
Oxwell L’bu Copyright © 2016