“Seguir los pasó de María”
Seguir la senda de María, requiere hacer a un lado, la cobardía, es renovar cada día, ese fervor de servir y seguir al Señor...
Seguir a María es renunciar a la seguridad y comodidad, es disponer el alma y seguir el camino, aunque no todo se comprenda, aunque muchas cosas no se entiendan. Es guardar y atesorar en el corazón, las palabras que hoy carecen de sentido y saber que llegará el día en que con cada latido, nos será revelado, lo que hoy nos es vedado.
Seguir a María, es quitarnos los zapatos de la experiencia, es seguir la senda con determinación y paciencia, teniendo la certeza, de cuál es el destino. Es largo el camino y muchas las tribulaciones, pero también las alegrías, que se hacen más gozosas cuando caminas con María.
Que hermoso es despertar, sabiendo que hoy se tiene una nueva oportunidad, que hoy se avanzará un poco más, que la distancia se acortará y llegará el día en que estemos frente a Él. Pero mientras recorremos la ruta del peregrino, mientras avanzamos por el camino de la noche obscura de la fe, que bueno es contar con esa luz, que nos guía para que podamos avanzar, sin el temor, ni los fantasmas que se alimentan en la plena obscuridad.
Ah, que ese fervor con el que iniciamos, no sea como la llamarse de tuza, de prende prontamente, que arte con tal ligereza, pero pronto es ceniza. Que aunque seamos leños verdes, que no encienden, cuando la vida nos haya curtido, ardamos con tal intensidad, que ese fuego se propague y apague las dudas y los temores, que nunca faltan.
Es por eso que seguir los pasos de María, es aceptar con paz sus infinitos silencios, es caminar sabiendo que ella jamás nos va ha abandonar, porque ella es fiel y lleva sobre la piel ese linaje divino de la que fue revestida, cuando con su Si, contundente y definitivo, emprendió el camino.
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