Rezar el Santo Rosario,
va más allá de esa devoción,
que repetimos a diario,
pues la verdadera devoción,
nos debe de llevar a socorrer
al necesitado.
Cada misterio es un desafío,
es un llamado a la conciencia,
que nos dice que la penitencia
que agrada al Señor,
son los actos de amor.
El Rosario no es repetir
y repetir, oraciones mal
dichas y con prisa,
pues cada Dios de salve,
cada Ave María, va formando
un eslabón que nos lleva,
a la misericordia y al perdón.
El Rosario son más que
oraciones por repetir,
pues realmente son corazones,
de testigos que a travez
de los siglos, han puesto
su amor y devoción en la
Santísima Virgen María.
Así que cuando tengas un Rosario
en las manos, no olvides,
que estás uniendo tu corazón
y tus manos, con los que unidos
a María tiene puesta su mirada
en el Cristo Redentor.
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