***Le ganaba el sueño***
Luego de un día de rutina,
en el que no faltaron,
los enfados momentáneos,
las exigencias y regaños;
pero también las sonrisa amable,
el saludo cordial y la mano,
que se tiende para ayudar.
Manejando entre el tráfico,
a casa quería llegar,
quitarse los zapatos,
darse una ducha, algo
ligero que comer
y un momento para compartir.
Al llegar a la habitación,
la miraba, estaba justo allí,
en la cabecera de la cama,
un cuadro de la Inmaculada,
que siempre lo aguardaba.
Empezaba a rezar con devoción,
poniendo en cada Ave María el corazón,
pero le ganaba el sueño,
se quedaba embelesado,
contemplando su mirada,
con el alma totalmente enamorada.
Y se quedaba dormido,
mientras Ella, acariciaba
su frente y lo persignaba,
pues conocía a ese niño dormido,
que aunque hubiera crecido,
en su corazón mantenía
encendida esa llama de
la Santa infancia.
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