Fueron nueve meses de espera,
nueve meses de ilusión;
tiempo de adviento, tiempo de prueba,
en los que la doncella de Belén,
se mantuvo firme en el Si,
que había dado.
Puso las manos en el arado,
sin voltear a ver atrás,
porque como todo consagrado
su visión está en el amado.
Ella que con tanto amor lo esperó,
ella que en la prueba no desespero;
porque su confianza estaba
en aquel en quien puso,
toda su esperanza.
Presta a dar a luz, se cubrió de soledad
y en medio de la obscuridad,
de aquel establo, brillo esa luz,
que lumina a todo hombre
de buena voluntad.
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