***Si pudiera tocar su manto***
Si tan siquiera pudiera,
acercarme, sin que la culpa
me lo impiediera.
Si tan siquiera pudiera
tener el valor,
de acercarme al sacramento,
quizás terminaría mi sequedad,
mi tormento.
Pero a veces se llega
a ese punto, en el que
el alma se siente,
tan afligida, tan indigna,
que mejor se aleja,
que mejor se esconde.
Y pienso para mí,
si pudiera tocar su manto,
para poder apoyarme
y dar el primer paso.
Pero ella, más que su manto,
tiende su mano,
para ayudar a sanar,
para auxiliar y acompañar,
al peregrino, en el camino.
Por eso lleva al Niño enfrente,
para que miremos, para
que sepamos, que el corazón
de Dios es como el de un niño,
capaz de olvidarlo todo,
capaz de perdonarlo todo.
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