miércoles, 20 de noviembre de 2019

***En la dulce espera***
Cómo se espera en el invierno,
la primavera, como espera el sol
a la luna llena...
Llena de dulzura y sublime ternura,
así fue aquella espera.

Viendo su vientre crecer,
sintiendo el alma estremecer,
al sentir al hijo de Dios,
creciendo y moviéndose
en sus entrañas.

Con dudas si,
con sobresaltos si...
Pero con una fe infinita,
que te daba la certeza,
de que sin importar,
lo que ocurriera,
El cumpliría su promesa.

“Hágase en mi, según
tu palabra”  Hágase con
alegría y con gozo,
porque es el hijo de Dios,
el que crece en el vientre
de María.

Oh Bella doncella,
quien pudiera contemplar,
tu carita de azucena
y el brillo de tus bellos ojos,
que tiene la ilusión de la
madre primeriza que espera.

Quién pudiera acompañarte,
en esa dulce espera
quien pudiera poner su mano
en tu vientre y sentir,
esos latidos divinos.

Que sean mis oraciones
y mis cantos de alabanza,
caricias en tu vientre;
que mi fe sea abrigo,
porque quiero ser testigo,
del verbo encarnado,
a quien mi corazón le he
entregado.
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lunes, 4 de noviembre de 2019

***Un corazón como el tuyo***

***Un corazón como el tuyo***
Se entrega el hombre con vehemencia
a una empresa y con impaciencia,
espera alcanzar la meta,
pero una vez alcanzada, cambia
de parecer y vuelve a emprender
un nuevo afán...

Y va por la vida insatisfecho,
con esa sensación de vacío,
con sus días sin brillo,
sintiendo que nada tiene sentido 
y si fracasa, va culpándose o culpando
a otros, sin comprender que muchas veces
el resultado, no corresponde a los esfuerzos.

Madre tú qué viviste de sobre salto 
en sobre salto y que siempre dijiste,
hágase su voluntad y lo que no comprendías 
lo guardabas en tu corazón, no para lastimarte,
no para encubar rencores, no para abrigar
resentimientos, sino para alimentar la fe
y el amor.

Quisiera tener un corazón como el tuyo,
un corazón que tiene la confianza de un niño,
que ora con las manos en el arado,
que no deja perder una ocasión,
para elevar una alabanza
y con absoluta confianza,
se pone en las manos del Padre.

Un corazón que siente el latir
y suspirar del Niño Jesús,
porque lo lleva entre los brazos
y cuando lo suelta su pecho queda
impregnado de su aroma y su alma
cobijada a su calor.

Hay tanta falta de amor,
pero aún aquellos que la 
ven con antipatía,
no podrán negar que
un corazón como el de María,
trae alegría y la presencia
de Jesús a nuestra vida.
Oxwell L’bu copyrights 2019