“El arcángel Miguel”
Casi sin excepción, toda visitación de la Madre, viene precedida por la de un ángel. Ángel que despeja el camino y con su luz disipa la neblina de las dudas y aquilata la fe.
Y yo no sé, quien será mi ángel de la guarda, es más ni siquiera sé, si el susodicho merece tal cuidado. Cada 29 de septiembre es mi santo, más no mi cumpleaños y por distintas razones ese día a marcado, acontecimientos que mi vida han marcado.
Quién como Dios, quién como Él cuyos caminos no son los nuestros, ni mide el tiempo como nosotros, pues para el quizás es un concepto inexistente.
Miguel el que tiene un su mano la espada de Dios, quien es portador de la armadura que solo el amor y la fe son capaces de conservar eternamente.
Mikeiel, que el rayo azul de tu espada, marque mi camino y selle mi destino, que en las luchas externas e internas me acompañe tu fortaleza y buen juicio, y cuando tenga que dar ese salto a la eternidad tú mano me lleve ante su presencia.
Casi sin excepción, toda visitación de la Madre, viene precedida por la de un ángel. Ángel que despeja el camino y con su luz disipa la neblina de las dudas y aquilata la fe.
Y yo no sé, quien será mi ángel de la guarda, es más ni siquiera sé, si el susodicho merece tal cuidado. Cada 29 de septiembre es mi santo, más no mi cumpleaños y por distintas razones ese día a marcado, acontecimientos que mi vida han marcado.
Quién como Dios, quién como Él cuyos caminos no son los nuestros, ni mide el tiempo como nosotros, pues para el quizás es un concepto inexistente.
Miguel el que tiene un su mano la espada de Dios, quien es portador de la armadura que solo el amor y la fe son capaces de conservar eternamente.
Mikeiel, que el rayo azul de tu espada, marque mi camino y selle mi destino, que en las luchas externas e internas me acompañe tu fortaleza y buen juicio, y cuando tenga que dar ese salto a la eternidad tú mano me lleve ante su presencia.